Durante los últimos meses hemos estado trabajando en el caso, estudiando a fondo el asunto para la defensa de los derechos de las afectadas por los problemas que el anticonceptivo Essure ha provocado y sigue provocando en el cuerpo y salud de las personas que fueron intervenidas.
Además de las últimas noticias, el DiariodeMallorca ha publicado recientemente (05.02.2018) un artículo que queremos reproducir y compartir con vosotros:
Un total de 1.250 mujeres de todo el país, 22 de ellas baleares, han creado la Plataforma Libres de Essure-España para ofrecer apoyo a las afectadas
Tras tener dos hijos después de partos complicados que se solventaron con cesáreas, a M.H. le dijeron que la maternidad se había acabado para ella. «Mi marido era muy joven para hacerse la vasectomía y me ofrecieron colocarme el Essure. Me explicaron que, con una cirugía no invasiva y de forma ambulatoria, me pondrían dos muelles en las trompas que en tres meses harían callo e impedirían un futuro embarazo«, comienza su historia María.
Pese a que alertó a su comadrona del centro de salud de Vall d’Argent de que era alérgica desde pequeña al níquel y que los muelles del anticonceptivo están fabricados de ese material, la enfermera la derivó a Son Dureta para la colocación del método anticonceptivo, que le fue implantado en marzo de 2007. «A partir de entonces empezaron los problemas. Descontrol de la regla, hemorragias muy dolorosas que casi me impedían moverme. Como si estuviera de parto, algo horroroso. Hace seis años me diagnosticaron un fallo ovárico que se ha traducido en una menopausia precoz. ‘Cosas que pasan. A ti te ha tocado’, me dijeron», explica María.
Perforando la matriz
En 2009, harta de la incomprensión que recibía en la sanidad pública, acudió a una ginecóloga privada: «Me hizo una ecografía vaginal y me dijo que tenía un muelle mal colocado que me estaba perforando la matriz».
Pese a esta segunda opinión, en su centro de salud de Vall d’Argent la comadrona seguía sin creerla. Que no tenía que hacer caso de las redes sociales, que lo que le estaba pasando nada tenía que ver con el Essure y que no se lo iban a retirar porque los muelles no eran la causa de ninguno de sus problemas.
«La verdad, es que me siento engañada», reconoce hoy María, que admite que barajó la posibilidad de demandar al Servei de Salut. «He engordado como treinta kilos, me ceden los asientos cuando me subo a un autobús, tengo problemas de circulación sanguínea, retención de líquidos, dolores lumbares, repentinos cambios de humor», enumera la larga lista de sus dolencias María, que ahora está decidida a acudir a una clínica privada para que se lo quiten, toda vez que en el Servei de Salut le ponen pegas para retirarle el método anticonceptivo.
La historia de M.F.C. es más rocambolesca aún. Recuerda con claridad la fecha en la que introdujeron en su cuerpo esos dos muelles: «El 25 de mayo de 2012, pronto se cumplirán seis años».
M. había intentado colocarse antes un DIU en Son Llàtzer, pero le fue mal ya que le provocó una infección en la sangre que le obligó a estar ingresada diez días en el hospital del Migjorn.
«Allí una ginecóloga me habló del Essure, un método anticonceptivo irreversible, sin efectos secundarios y de colocación ambulatoria. Cuando me lo pusieron en el lado izquierdo, no sentí dolor, pero al poner el muelle en el lado derecho sí sufrí mucho. Me quejé y me recetaron analgésicos asegurándome que el dolor iría remitiendo. A los tres meses debía volver para que me hicieran una radiografía para comprobar que las trompas estaban selladas y, en ese periodo, debía seguir tomando medidas porque existía el riesgo de que me quedara embarazada», explica M.
Seis años de dolor
El dolor no remitió. Y así lo hizo saber cuando a los 90 días comprobaron que el anticonceptivo estaba bien colocado.
«En estos seis años no me ha dejado de doler y cada vez ha ido a más. Al año de la colocación tuve una trombosis y he padecido fuertes dolores de cabeza y reglas abundantes y muy dolorosas. Se me hinchó la barriga como no la tenía cuando estaba embarazada de seis meses. He tenido hipotiroidismo, dolores musculares y articulares, tensión baja e infecciones de orina muy frecuentes, hasta dos o tres en un mismo mes», hace recuento de todos los efectos que esta mujer achaca hoy al Essure, porque en aquellos tiempos no los atribuía al anticonceptivo.
En octubre del año pasado se hizo un seguro médico privado para, más que nada, solicitar una segunda opinión. El ecógrafo reveló que tenía el Essure mal puesto, que había uno torcido en forma de uve. «‘Te aconsejo que te lo quites lo antes posible, puede ser el causante de tus males’, me dijo la ginecóloga privada. Me puse en sus manos para que lo hiciera y ya tenía fecha para la intervención, el pasado 1 de diciembre, cuando la aseguradora me denegó la autorización alegando que la antigüedad de mi póliza, de apenas un año, no cubría una colocación realizada seis años antes», continúa.
A finales de noviembre el dolor era tan insoportable que M. llegó a ir hasta en cuatro ocasiones a urgencias de Son Llàtzer en tan solo una semana. «Llevaba la radiografía que me habían hecho en la privada y me decían que, pese a que los muelles no estaban simétricamente colocados, ese no era un motivo para el intenso dolor que les refería», recuerda todavía con horror una experiencia en el servicio de urgencias en la que, asegura, la marearon de arriba abajo llegando a mandarle a cirujanos para que valorasen la posibilidad de que se tratase de una apendicitis. Y en la que chocó con la indiferencia, la falta de empatía y la incredulidad de otra mujer, una ginecóloga que en todo momento dudó de la veracidad de sus síntomas y que, pese a su dolor, le negó una derivación urgente al anestesista para el preoperatorio previo a la intervención para retirarle el Essure. María ha interpuesto una queja por el trato recibido por esta profesional.
Su insistencia –»llamaba cada día»– le permitió tener cita con el anestesista el pasado 19 de enero, que le dijo que ya le llamarían para la operación. Paralelamente, M. había suscrito otra póliza de seguro que sí le autorizó la retirada del Essure, que se fijó para el pasado 25 de enero en el hospital Quirónsalud Palmaplanas.
«Un día antes, el 24, me llamaron de Son Llàtzer para decirme que me operaban el 31 de enero (el pasado miércoles), pero les dije que no, gracias, que prefería operarme en la Palmaplanas. Me intervinieron a la una y media de la tarde y cuando estuve ya plenamente consciente de la anestesia, a las once y media de la noche, me desperté con una sensación como de liberación. Ya no notaba ese dolor que me quemaba por dentro», concluye, aún convaleciente, su relato. Preguntada si va a entablar acciones legales contra el IB-Salut, responde categórica que sí, que ya se ha puesto en manos de un letrado.
R.C. tuvo a su segunda hija hace diez años. Como su experiencia anterior había sido muy mala, acudió al quirófano con la intención de hacerse una ligadura de trompas aprovechando una más que previsible cesárea. Pero el parto fue natural, lo que frustró sus intenciones.
«A los quince días tuve la primera revisión con la matrona de mi centro de salud y me aconsejó que me pusiera el Essure. Muy fácil de colocar, indoloro, sin reacciones alérgicas. Me convenció. Al poco me llamaron de Son Llàtzer para colocármelo. Cuando me pusieron el primero, perdí el conocimiento del dolor. Me desperté gritando porque me seguía doliendo y me negué a que me pusieran el otro, que finalmente me colocaron a los seis meses y solo después de una epidural. Así, me pusieron un muelle con 28 años y el otro con 29″, revela R.
Las molestias empezaron pronto. Infecciones de orina frecuentes –hasta cuatro en un mismo mes, detalla– entumecimiento de las piernas, dolores de cabeza, rotura de uñas, reglas de tan solo un día, dolores por todo el cuerpo. «Tengo 38 años y me siento como una abuelita», resume.
El pasado miércoles, último día del mes de enero, tenía cita con el anestesista de Son Llàtzer para hacer el preoperatorio. «Me han puesto como urgente, aunque soy consciente de que pueden tardar hasta seis meses en intervenirme para sacarme los muelles. Me operé con 28 años y parece que uno lo tengo bien puesto y el otro no. Me han dicho que si no me pueden operar por laparoscopia, me darán cita para quitarme todo, el útero y las trompas», explica R.
«Como si estuviéramos locas»
Lamenta el trato recibido por los profesionales sanitarios que le han atendido de sus dolencias, un hecho repetido en los testimonios recogidos. «Nos han tratado como si estuviéramos locas. ¿Qué pasa? ¿Que de repente todas estamos premenopáusicas? ¿Todas con los mismos síntomas? ¿Todas con las barrigas superhinchadas de mamás embarazadas?», traslada estas preguntas a la Administración sanitaria, cuestionándola por la indiferencia y la incredulidad demostrada ante sus quejas.
«¿Una demanda? Me lo he planteado, pero ahora lo que quiero es que me quiten estos muelles y que alguien dé la cara», concluye.
A J.M. le pusieron los Essure en el año 2006, en Son Dureta. «Le había comentado a mi médico de cabecera que quería hacerme una ligadura de trompas porque ya tenía dos hijos y tenía escoliosis (curvatura anormal de la columna) y me habló de un nuevo método anticonceptivo menos agresivo y que se colocaba fácil e indoloramente de forma ambulatoria», comienza.
Le convenció y los muelles fueron colocados en sus trompas en marzo-abril de 2006, no lo recuerda con precisión. A los tres meses, la revisión de control estableció que todo iba bien. Los problemas surgieron hace cosa de un año. Reglas abundantes y dolorosas, cefaleas, dolores musculares contínuos, sobre todo de cintura para abajo, caída anormal de cabello, enumera Julia en una repetición de las molestias referidas por las otras protagonistas de este reportaje.
«Hasta hace unos meses no asocié mis molestias al Essure, a raíz de que una ginecóloga de la sanidad privada me aconsejó quitármelo y me habló de la plataforma que agrupa a las damnificadas por este método anticonceptivo. En diciembre pasado acudí al médico de cabecera que me recomendó el Essure y, pese a que no asoció mis molestias con los muelles, me ha derivado al servicio de ginecología del centro de salud de Vall d’Argent, donde tengo cita a mediados de este mes de febrero», revela los pasos dados para librarse de esta pesadilla.
Anticipándose a la más que previsible incomprensión de la sanidad pública y para intentar ganar tiempo de sufrimiento, J. llevará una radiografía realizada por su ginecóloga privada y, además, también acudirá antes a un alergólogo para descartar alguna reacción al metal con el que están confeccionados los muelles.
«Iré con pruebas porque ya no aguanto más. Me tiene que venir la regla en una semana y pico y ya siento dolor. Así que si en la cita de febrero no me dan una solución, presentaré una queja», advierte.
El caso de M.J. es diferente al de todos los relatados hasta ahora porque todo su periplo sanitario lo ha pasado en la privada ya que es funcionaria y optó por Muface. «Había llevado DIUs y no me funcionaron. Las pastillas tampoco me iban bien por las hormonas y como ya tenía 39 años y dos hijas, pensé en hacerme una ligadura de trompas cuando una amiga me habló maravillas del Essure», comienza.
«Se me cayó en el baño»
En diciembre de 2012 se lo pusieron en el hospital de Muro y ahí comenzó su martirio. Desde los primeros días hasta los primeros meses sangraba con profusión y tenía reglas de muchos días. «Me diagnosticaron alteración funcional, que todavía no sé lo que es, y me atiborraron de medicamentos para regular los flujos menstruales. A los tres meses volví para la revisión de control y me dijeron que todo estaba bien. Pero a los tres o cuatro días, yendo al baño en mi casa, se me cayó un muelle. Menos mal que me dí cuenta porque si no podría haberme quedado embarazada», analiza hoy.
Volvió a su ginecólogo con el muelle en un bote y le hicieron una ecografía de contraste que determinó que el líquido sí pasaba por una de las trompas. Vuelta a empezar. Hasta septiembre de 2013 no le colocaron el Essure perdido. Luego comenzaron las molestias. Aparte de las referidas antes por otras afectadas por este método anticonceptivo, M. habla también de insomnio, problemas digestivos y candidiasis vaginal que le obligaba a realizarse frecuentes curas de su vagina ensangrentada.
En verano de 2016 comenzó a atribuir sus molestias al Essure, pero hasta mayo del año pasado siguió deambulando por varios servicios médicos intentando hallar la causa de sus penalidades hasta que el 18 de ese mes tuvo una hemorragia brutal, pese a haber tenido la regla una semana antes, que le obligó a ir a urgencias de la Palmaplanas.
El dolor persistente le obligó a acudir a su ginecólogo el 23 de ese mismo mes, visita en la que una radiografía mostró que tenía los Essure mal colocados. «Ese mismo día fui al hospital con la radiografía y me ingresaron. Me operaron al día siguiente y, junto a los Essure, me sacaron todo el útero. El ginecólogo me dijo que para asegurarse de que no quedaba nada dentro, decidió sacarme todo. Pero fue una decisión en la que yo no participé», lamenta. «Desde entonces estoy genial», concluye su denuncia M., que admite que ella accedió a la plataforma de afectadas a posteriori, cuando ya le habían quitado los muelles, «pero me ha ido muy bien, sobre todo a nivel emocional».
Puede leerse la noticia completa en el periódico entrando AQUÍ
Gracias