El año 2019 empieza cargado de importantes retos para la Justicia.
Venimos de un 2018 en que las protestas de los agentes y las críticas sociales se han dejado
ver más que nunca. En un solo año, tuvimos huelga de jueces y fiscales, movilizaciones de los
abogados en turno de oficio, las más feroces críticas a nivel mediático y social por la sentencia
de La Manada, y el máximo estupor a todos los niveles por el modo de proceder del Tribunal
Supremo en cuanto a su fallo relativo al sujeto pasivo del impuesto de Actos Jurídicos
Documentados de las hipotecas.
Por lo tanto, y para afrontar la negativa situación derivada del año precedente, empezamos
enero con las miras puestas en si existirán medidas por parte del ejecutivo y el legislativo que
palíen la falta de medios técnicos y económicos de la Administración de Justicia, si se
resolverán de manera definitiva los continuos retrasos en el pago de las mensualidades del
turno de oficio y si se establecerán mecanismos funcionales en aras de una mayor
independencia de los juzgadores respecto de los poderes fácticos.
En cuanto a la presión social que recae sobre los jueces y magistrados, hemos entrado en una
situación de difícil solución a día de hoy. La eclosión de las redes sociales y otros medios de
comunicación de masas que buscan el titular efectivo que les proporcione miles de links (lo
que se traduce en ingresos publicitarios por impresión de anuncios) ha puesto a una
exposición pública nunca antes vista las resoluciones de los órganos de justicia, y, por
consiguiente, a la existencia de una opinión rápida sin el más mínimo conocimiento jurídico.
Por desgracia, ni casos como el de Dolores Vázquez -linchada públicamente por ser la presunta
asesina de Rocío Wanninkhof y luego exculpada- han contribuido a crear un entorno más
reflexivo sobre las condenas públicas previas.
Estamos ante un año de comicios locales y autonómicas en las que no se puede descartar la
convocatoria de elecciones generales con lo que cualquier deseo sobre la solución a los
problemas de la Justicia está más en el aire que nunca.